El vaticinio del vate
viaja envuelto en nubes de poesía,
las cuartetas transpiran vapor alquímico
arrancándole el nácar a la ortofónica;
los versos se dedican a picotear el futuro
los giros del rapidísimo manubrio,
mastican una canción atávica
que sale gimiendo de la caja de música
vaticinio pirómano,
dispuesto a encender la yesca
dispersa a través de muchas generaciones,
neumático suelto que sale disparado
ignorando el destino del coche;
estrés traumático
enquistado en la espalda del lector ávido
cuando se traga las estrofas maléficas
compuestas sin bitácora de navegación.
Un emperador oriundo de Córcega
rompiendo el ápice del brumario,
y cebándose con batallas donde mueren jóvenes imberbes
deja asolada a la mitad de Europa.
Sin duda Napoleón aparece aquí retratado
pronósticos terribles,
y más allá de las montañas nóricas
Hister cruza las ondas del Danubio;
arrancando un rubí para engarzarlo en el anillo de la
esvástica
vaticinios escritos desde un ribazo donde no florecen los viñedos
búnker donde impera un ámbito tóxico,
desde allí aquel vate engarza los vaticinios
durante los últimos días,
un rey de terror usurpará los poderes terrenales
originando el caos en todo el orbe.
Las rimas transidas por el éxtasis poético
se ven obligadas a arrojar la lava,
y el volcán dormido despierta de súbito
vomitando truenos en los límites del porvenir.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia